jueves, 24 de agosto de 2017

No dejes a los niños muy pequeños solos con cachorros.
Estamos acostumbrados a ver en los medios de comunicación fotografías de niños y cachorros juntos y felices, la realidad es que el tiempo que pasan juntos debe realizarse bajo la tutela constante de adultos o puede traer consecuencias no deseadas tanto para unos como para otros. Cuando un niño tiene dos años aún no mide ni sabe cómo controlar sus fuerzas, y muchas veces sus cariños suelen resultar un poco bruscos. Hay algunas reglas que deben establecer con los niños antes de introducir un cachorro a la casa. Asegúrate de que entiendan que los juguetes deben ser recogidos y guardados o existe una buena probabilidad de que el cachorro va a destruir. Los cachorros no pueden diferenciar entre los juguetes y los de los niños. Los cachorros y los niños son jóvenes de corazón y mente, así que es vital que tu como adulto preparara el escenario para la interacción entre los dos. Antes de que el cachorro llega a tu casa pon reglas de juego, hay que tomar el tiempo para enseñar a los niños cómo actuar con un perro. Concéntrate en un primer momento en la enseñanza de los niños acerca de los cachorros. Enseñar a los niños cómo actuar con los perros que no conocen. Es común enterarte de niños pequeños, de menos de 6 años, eran más propensos a ser mordidos por perros que se sentían amenazados con que el niño les quitara la comida o algún juguete. Otros niños fueron mordidos cuando el perro creía que el pequeño estaba usurpando su territorio, por eso cuando entra el cachorro a tu manada hay socializarlo muy bien para que cualquiera pueda tomar sus juguetes y meter la mano a su plato. No dejes que tu niño duerma con el cachorro porque lo puede lastimar o aplastar. Juegos sin correr Los niños cuando juegan corren -y caminan- sin dirección y sin prestar atención a su entorno, alocadamente, como niños. Los cachorros exactamente igual. Tener a ambos juntos sin supervisión puede resultar en un grave accidente para el cachorro -o un perro adulto de tamaño pequeño-. Si un niño se cae, o es pisado o empujado por otro niño, se levantará generalmente sin más problema que algún arañazo o alguna lágrima. Si un niño se cae sobre un cachorro o un perro pequeño es muy probable que el perrito resulte herido -o peor-. No dejes que un niño corra donde haya un cachorro o un perro pequeño. Ni siquiera vigilado por un adulto, porque esto estimulo el instinto de cacería del perro y va a pensar me quiere enseñar voy a jugar (Ejemplo de mamá enseña a cazar a los lobeznos con un pedazo de carne) No dejes que persiga a los perritos, además de que se pueden caer en la naturaleza los adultos enseñan a los cachorros a cazar si tu niño lo persigue para él es que quiere que lo enseñe a cazar y por lo tanto hay un a confusión de roles. Juegos controlados Permita que juegue con ellos sólo en espacios reducidos, prestando atención a sus movimientos y siempre bajo atenta supervisión de adultos, porque entre los cachorros de camada se muerden para jugar así que esta conducta va a seguir con tu niño, los cachorros cuando los muerden hacen un sonido agudo donde le indican a su hermano me duele muerde menos fuerte, en este caso no puede haber mordidas, se debe canalizar a un juguete, pero el niño va a gritar y lo va a espantar, lo va a golpear o morder, va a correr, no dejan de ser 2 cachorros. Acercarse con cuidado. Muchos niños no son conscientes de que el cachorro que tienen cerca no es igual que los peluches con los que están acostumbrados a jugar. Llevados de la emoción del momento pueden pellizcarles o tirarles de la piel, orejas y rabo. Los perros pueden ponerse nerviosos si ven una mano cerca de sus ojos y orejas, además de disgustarles las palmaditas rápidas. Prefieren palmadas lentas, principalmente en la espalda o pecho. Los niños que se acercan a un perro y le dan palmaditas en la cabeza están poniendo a prueba la paciencia y autocontrol del can. Evitémoslo. Los niños generalmente son activos y bulliciosos. Los perros pueden verse contagiados por este exceso de entusiasmo en sus movimientos y voces. Recordemos al niño que camine de una forma tranquila y relajada cuando esté cerca o se aproxime a un perro, cosa que nos es fácil porque generalmente a ellos les gustan los juegos bruscos y mas los de jardín de niños mantenerlos quietos es difícil (es la época donde son más agresivos). Al mismo tiempo, acostumbra a tu cachorro a varios ruidos, como los juegos infantiles, ya que los ruidos agudos o muy fuertes asustan a los perros y esa puede ser una causa de que muerda (por miedo). No llevar en brazos. No permita que los niños levanten del suelo o lleven en sus brazos a ningún perro, independientemente de su edad o tamaño. La mayoría de los niños no saben cómo hacerlo, y sin querer puede causar lesiones al perrito. Además, cuando los cachorros -o perros pequeños- se sientan incómodos intentarán zafarse utilizando incluso sus dientes y sus uñas para liberarse. El resultado probable es que el niño soltará el cachorro de cualquier modo, quien puede resultar gravemente herido en la caída. Tocar y acariciar correctamente. Enséñale al niño pequeño a practicar acariciar a un muñeco de peluche o el brazo del propio niño o de la cabeza. Los niños pequeños toman tiempo para aprender que los perros no son animales de peluche, y puede ser herido y arremeter de colas tirados o los oídos. Prohibir los abrazos. Los niños pueden abrazar con excesiva fuerza a un cachorro o un perro pequeño, pudiendo incluso provocarles lesiones tan graves como rotura de la caja torácica, además del riesgo mencionado de que el perrito arañe o muerda al niño intentando liberarse. Respetar el espacio personal y los deseos del perro. En ocasiones los perros -igual que los humanos- quieren que les dejen tranquilos. No debemos permitir que los niños se acerquen a los perros cuando estén durmiendo y menos enfermos. Un perro que es despertado repentinamente por una mano sobre él puede tener una reacción involuntaria de mordisco, al igual que un perro con dolor. Tampoco debemos permitir que utilicen a los perros como almohada, cualquiera de los dos podría sofocarse mientras duermen. Ni que jueguen a vestir al perrito, ni a maquillarle o hacerle peinados. El mercado está lleno de muñecas que cumplen ese objetivo. Nada de juegos bruscos, ni peleas, ni carreras, ni saltos. En todo momento, incluso bajo supervisión, debemos impedir cualquier juego que implique agresividad. Debemos prohibir de modo estricto que un niño arrastre, tire, empuje, luche, cabalgue, golpee o ruede por el suelo con un cachorro o un perro pequeño, ni siquiera aunque sea de manera lúdica. También debemos evitar el juego de tira y afloja con cuerdas (en el que el perro sujeta un extremo de una cuerda o juguete y el niño el otro extremo sin querer puede morder al niño al no calcular la mordida). De otra parte, tampoco debemos permitir que el perro salte, persiga o se abalance sobre un niño. Puede suceder que si traemos una bufanda o comida en mano el perro no los puede quitar y lastimarnos y luego nos enojamos, ¿Quién promovió esa conducta? El perro no es juguete Los ponen bolitas para el cabello, los pintan, les dan de comer cosas que les pueden hacer daño, les pican los ojos, jalan la cola y si el perro se defiende es culpa del perro. Los niños necesitan saber que un cachorro es su amigo. Los cachorros no son juguetes. Ellos están viviendo, respirando criaturas con las necesidades. Enseñe al niño a alimentar al cachorro. Uso correcto de órdenes. Los niños deben ser enseñados que no deberían disciplinar a un cachorro. La disciplina es para los adultos. Si permites golpe al cachorro, es muy probable que el resultado final sea con un perro neurótico o agresivo. La responsabilidad del perro es de los padres. No se grita, ni se insulta, ni se cogen berrinches. Los niños son incapaces de contener sus emociones. Si han tenido un mal día en el colegio pueden pagarle al perro. O si no han conseguido algo que querían, lanzarle un objeto para liberar su frustración. También un cachorro puede tener un rato de energía imparable. En estos momentos lo mejor es que tanto el perro como el niño pasen un tiempo separados para reflexionar. Si enseñamos tanto al perro como al niño a comportarse correctamente, y supervisamos siempre que estén juntos, conseguiremos que desarrollen una relación estrecha y feliz. Los perros, gatos, aves, hámster, peces etc., serán para ellos un objeto que se mueve muy atractivo, que les llamará mucho su atención y por ende intentarán atraparlo para investigarlo, y en esos momentos es cuando se exponen al peligro. Los animales raramente atacan sin razón, y lo hacen sólo cuando se sienten amenazados, tanto ellos como en su territorio, o para conseguir su sustento diario. Los niños aprende que si pueden lastimar a un se vivo y no hay consecuencias entonces lo puede hacer con sus hermanos o compañeros de clase y eso lo va a aislar y generar frustración y enojo. Si un niño pierde la empatía (capacidad de comprender los sentimientos ajenos) va a tener una incapacidad para socializar son sus pares. Desgraciadamente hay padres que fomentan la agresión, esto sucede en las familias disfuncionales donde el padre le pega a la madre el niño aprende que eso es permitido o normal y por lo tanto yo también le puedo pegar al perro que no se puede defender y si lo hace me deshago de él.

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